
Son breves. Los cuentos largos en estas edades tienen el peligro de no mantener la atención de los niños que más lo necesitan o de ser interrumpidos por necesidades tan vitales como ir al baño. Utilizan un lenguaje que no ha tenido la pretensión de ser literario, al contrario, lo más cercano y comprensible para estas edades. Tienen la intención de ser próximos a la realidad de los niños, por ello, las situaciones, comportamientos e incluso el desenlace de los mismos intenta ser creíble y realista para servir de modelo veraz.
Las maestras y los maestros pueden utilizarlos en las situaciones que habitualmente dedican a los cuentos en el caso de Educación Infantil, y en el área de Lengua o de Conocimiento del Medio en el caso de Educación Primaria. Así mismo, pueden introducirlos como actividades en los planes de acción tutorial.
Todos los cuentos se acompañan de un planteamiento educativo donde se concretan los destinatarios, objetivos, contenidos, estrategia o «truco» que enseña, valores que transmiten y otros comportamientos para los que puede utilizarse el cuento. Además, se han añadido unas actividades y orientaciones para trabajarlos, distinguiendo entre Educación Infantil y Educación Primaria. Las actividades principales se centran en cómo tratar desde el aula los problemas de conducta referidos, aunque también incluyen actividades de comprensión, diálogo y profundización del cuento.
El cuento es un género muy particular. Contar un cuento es algo más que leerlo en voz alta. Las maestras y maestros suelen ser auténticos artistas en esta labor: saben crear ambiente, realizar «efectos especiales», añadir situaciones, acompañarlos de imágenes… Se ha incluido un Anexo con orientaciones para aquellos que aún no dominan del todo esta técnica. Por último, se han añadido dos índices temáticos: uno sobre comportamientos que se trabajan en los cuentos y otro sobre los valores que intentan transmitir, que pueden ayudar a la hora de seleccionarlos.
Los cuentos que componen Cuentos para portarse bien en el colegio, han surgido de la práctica diaria y de las peticiones concretas que como orientador, he recibido de las tutoras y los tutores a lo largo de cuatro años en una decena de centros escolares. Han pretendido responder de la manera más eficaz posible a las situaciones demandadas. Han tenido presentes también los consejos y orientaciones que amablemente me han ofrecido estos compañeros/as, especialmente mi mujer, que también es maestra. Espero que este libro pueda responder a todas estas intenciones y sea una contribución humilde, pero efectiva y realista, a esta tarea apasionante de la educación.